Punto de partida
Vestuá, la startup de ropa usada por la que apuestan Komax y el Grupo Prisma
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Santiago Valdés (30) y Joaquín Zavala (31) se conocen desde el colegio, y un día hace siete años conversando de la vida, de las cosas que vendían por Internet y que en los clóset de las casas de sus padres abundaba mucha ropa con destino incierto, decidieron emprender.
Primero partieron con productos infantiles como coches o sillas de auto que habían sido utilizadas por única vez o solo por un par de meses, así como artículos tecnológicos e implementos deportivos. La meta del negocio era que ellos se hicieran cargo de todo el proceso, desde retirar el producto, clasificarlo y venderlo.
Hubo un pivote en la operación, cuentan ambos socios desde su oficina/bodega en Quilicura, y se dieron cuenta de que el vestuario, el femenino en particular, tenía más efecto en redes sociales. Y sitios para venderlo había, desde las redes sociales hasta marketplace de multiproductos. Pero ellos decidieron hacer algo más profesional, con mucha tecnología y que fuera escalable. Y así nació Vestuá.
Vestuá cerró una ronda de capital por US$ 1,5 millones, en la que participaron un fondo de venture capital ligado a Jorge Encina, ex CEO de Grupo Alto, y el family office Grupo Prisma.
“El problema más profundo era que había muchas ganas de desocupar y darle una mejor salida a las cosas, pero la idea nuestra era hacerlo fácil y cómodo para el que vende y para el que compra”, cuenta Zavala.
“El concepto de ropa usada ha migrado mucho. Hoy lo que conocemos como moda sustentable ha hecho que todo evolucione. No tiene por qué ser ropa vieja, con olor a naftalina y en mal estado. Esta ropa está prácticamente nueva, porque ese es otro de los problemas del ser humano, que compramos mucha más ropa de la que usamos”, complementa Valdés.
Además, le han puesto tecnología para poder hacerlo a escala y revisar los cientos de productos que reciben todos los días. Crearon algoritmos para trazar y buscarlo cuando lo venden en línea de manera rápida y eficiente. Además, desarrollaron inteligencia artificial para ponerle precio a las prendas, cruzando muchas variables, incluida una automatización de las fotografías.
Vender, donar, reusar
En los siete años que llevan en este negocio han recibido más de 600 mil prendas, actualmente tienen más de 55 mil publicadas incluso de marcas que no se comercializan en Chile, las que cuestan entre 30% y 50% menos que la misma prenda nueva.
El proceso lo hacen todo ellos: van a la casa de la clienta a buscar la ropa, en la bodega las 50 personas que trabajan allí ayudadas por los algoritmos hacen la selección y fijación del precio. Si la ropa pasa ciertos filtros, se publica en el sitio web; y si no está en perfectas condiciones pueden hacer la devolución del producto o la clienta original puede decidir donarlo a una fundación, proceso que también hace Vestuá.
Si el producto sigue el camino de la venta, ellos también se encargan de hacer el delivery directo y devolver una parte del valor a la clienta original, que nunca se movió de su casa y logró vender su prenda.
La rotación es de 50% en 30 días. Es decir, de 100 prendas que llegan el día 1, a fin de mes, la mitad ya se vendió.Pero también hubo un factor no deseado, que ha ayudado al emprendimiento de Santiago y Joaquín. La industria textil es responsable del 8% de la emisión de los gases invernaderos y, después del petróleo, es el negocio más contaminante del mundo.
Como las personas están cada vez más conscientes del daño que genera el fast fashion, ideas como Vestuá tienen sentido, dicen los socios. Ellos, de hecho, hacen sus propios cálculos de ayuda al medioambiente que han generado: han evitado que más de 700 millones de litros de agua se contaminen; más de 8 mil toneladas de CO2 que se ha ahorrado el planeta y 180 toneladas de desechos textiles al escoger un producto usado en vez de uno nuevo. Además, han entregado casi 300 mil prendas en donaciones a fundaciones.
Órale, México
Todos esos datos convencieron por ejemplo a Komax, la firma chilena que comercializa marcas como GAP, Banana Republic, The North Face o Kipling, para que sellaran una alianza que comenzó a principios de septiembre, y donde todos los clientes de Komax tendrán la opción de vender sus prendas con Vestuá de manera directa.
“Hace cuatro o cinco años, en un seminario me preguntaron qué hacemos por la sustentabilidad, y yo respondí que vendemos ropa buena, que dura harto tiempo. Pero me di cuenta de que eso no era suficiente, y por eso decidimos apoyar emprendimientos como Vestuá”, cuenta a DF MAS Santiago Figueroa, gerente general de Komax.
Alianzas como esa, cuentan Valdés y Zavala, se vendrán más y muy pronto. “La de Komax es una de las múltiples que estamos trabajando, especialmente con grandes retailers con presencia regional”, dicen.
Pero este negocio es global. En países como Estados Unidos, empresas como Thread UP, que se dedica al negocio de ropa de segunda mano, han tenido un éxito tal que logró abrirse en el Nasdaq. Y en Europa, H&M lanzó Sellpy, con el mismo objetivo. Pero en Latinoamérica, no hay un player relevante. Y Vestuá dijo ¿y por qué no?
Hace dos meses abrieron una oficina en México, y ya tienen un equipo que pronto lanzará oficialmente el mercado.
“Estamos buscando convertirnos en los líderes del mercado de la moda de segunda mano en Latinoamérica. México es un mercado mucho más amplio y demandan el mismo servicio que acá, que es poder vender y comprar moda sustentable”, dice Zavala.
Para lograrlo, estos días cerraron una ronda de capital por US$ 1,5 millones, en la que participaron el ex gerente general de Falabella, Pablo Turner; Alan Farcas, ex director de Endeavor Chile; Alejandro Pérez, emprendedor Endeavor de Eshopex y Farmex; así como un nuevo fondo de venture capital ligado a Jorge Encina, ex CEO de Grupo Alto, Pablo Ruiz, CEO de Quest Capital, Jorge Lima y Felipe Schwartzmann, junto al family office de la familia Claro, Grupo Prisma.
“Vemos que hay una oportunidad en todos los países. Estamos pensando en Colombia y Brasil, porque es evidente que el problema de comprar más ropa de la que necesitamos y que no es tan fácil deshacerse de ella, lo tenemos en todo el mundo”, dice Santiago Valdés.